La hoja de coca, a veces venerada, a veces combatida, siempre ha ocupado un lugar destacado en las diferentes civilizaciones que han poblado el Perú actual. De hecho, era originalmente una planta sagrada de los Andes que se usaba (y se sigue usando) en muchos rituales, como la ofrenda a la Pachamama, etc. Pero durante la colonización española, el clero cristiano lo condenó como una "hoja del diablo", uno de los muchos dispositivos destinados a desarraigar la cultura y las creencias locales con el fin de imponer el cristianismo a estos pueblos paganos.
A finales del siglo XIX, el americano John Pemberton mezcló esta hoja andina con vino tinto francés, inventando así el antepasado de la Coca-Cola. Entonces, la mezcla de la hoja de coca con la nuez de cola produjo una bebida estimulante y energizante. Hasta hoy, la Compañía Coca Cola compra unos cientos de toneladas de hojas de coca al año para hacer el famoso refresco.
A partir del decenio de 1960, el comercio de estupefacientes comenzó a extenderse gradualmente en el continente sudamericano, y el cultivo de la hoja de coca comenzó a convertirse en el de los campesinos pobres que trataban de ganar un poco más cultivando coca en lugar de productos agrícolas a precios bajos. En el decenio de 1990, los programas de lucha contra la producción de coca estaban muy avanzados. El único que ha tenido un efecto positivo sin provocar el descontento de los campesinos fue el bloqueo aéreo entre Colombia y el Perú, que impidió el comercio de las sustancias necesarias para la producción de pasta básica de cocaína. Se han ejecutado programas de desarrollo alternativo, de apoyo a la producción agrícola para evitar la desviación de la mano de obra hacia el cultivo de la coca, pero la mayoría de ellos han sido un verdadero fracaso, en parte debido a los bajos precios de los productos agrícolas que se intentaban sustituir por el cultivo de la coca.
A pesar de la mala imagen internacional de esta pequeña hoja, los campesinos peruanos siguen masticándola y utilizándola en los rituales andinos. De hecho, las propiedades virtuosas de esta hoja son innumerables. Radical contra los dolores de cabeza y otros síntomas del mal de altura, contra la fatiga del trabajo físico con el poco oxígeno disponible, supresor del apetito (dos de las principales razones por las que los campesinos andinos mastican esta preciosa hoja a lo largo del día), ayuda a la digestión, analgésico... Se puede masticar suavemente para extraer el jugo, y añadir un poco de llijta dulce para pasar su sabor amargo, o tomarse en infusión. Pero cuidado, a pesar de todo, la hoja de coca sigue siendo considerada internacionalmente como una droga; no intentes llevarla a casa, podrías pasar un mal rato en el aeropuerto...